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Una cuestión de cultura

Publicado por noquierouser el 14 de abril de 2011
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Un fría brisa en mi cara me despertó, recordándome que la ventana de la pieza estaba abierta y no la había cerrado. Una brisa nocturna que me ha recordado uno de los episodios más impactantes e importantes de mi vida: el terremoto del 27F. Es esta brisa la que sentí por semanas después del suceso, mientras acampábamos en el patio de mi casa, misma brisa que muchos de mis compatriotas sintieron durante meses después de perder sus casas, sus cosas, sus familias. Brisa que algunos todavía sienten en sus caras, sin tener claro el día en que esa brisa dejará de recordarles que aún no tienen un lugar donde dormir.

Brisa que muchos japoneses, ya pasado más de un mes del terremoto, ahora sienten en sus frentes, recordándoles su carrera contra el tiempo y el agua, su desesperación durante el movimiento, la desazón de ver cómo amigos, compañeros y seres queridos han dejado de existir, la impotencia de no poder impedir una catástrofe y de tener ahora las manos vacías. A un año de lo nuestro y a un mes de lo suyo, una reflexión sobre todo lo que he visto hasta hoy.

Manejando la catástrofe

Se ha dicho hasta el cansancio: Chile y Japón son países sísmicos. Como tales, ambos debemos de tener cultura y maniobras de manejo de dichos sucesos en cuanto ocurran. Durante el desarrollo de un movimiento sísmico, conservar la calma y saber qué hacer son cruciales para evitar que una catástrofe evolucione más allá de lo esperado. Las lecciones que han dejado los diferentes sismos a través de la historia se han encargado de enseñarnos cosas básicas, que dirimen la diferencia entre vivir para contarlo o engrosar la lista de muertos y desaparecidos.

En Chile, a un año de lo sucedido, aún se buscan responsables civiles por lo ocurrido posterior al terremoto: la cancelación de la alerta de tsunami. Lo que en un momento se presumía como inevitable, las autoridades se encargaron de desmentirlo, asegurando que no había alerta de tsunami después de tal movimiento. La historia posterior es conocida: cientos de muertos por las olas que arrasaron con varios balnearios de la costa central chilena, que podían haberse evitado de haber hecho un manejo correcto de la situación.

Japón, en cambio, demuestra cómo sus reiterados e impresionantes movimientos sísmicos han hecho que sepan qué hacer tras un terremoto de esta magnitud. No sólo estar preparados, sino saber hacia dónde correr, porque el tsunami era inminente. Nadie les dijo qué hacer, lo hicieron solos. Trepar a lugares altos, alejarse de la costa, tener lo básico para sobrevivir. El gobierno, en éstos momentos, está más preocupado del reactor en Fukushima que del desastre posterior al terremoto, porque confían en que la gente sabrá cómo reaccionar ante lo sucedido.

Tsunami-chan

"Si un terremoto es tan fuerte que no te permite estar de pie, entonces habrá un tsunami después." Una frase que se hizo popular a partir del terremoto en Chile, y que a pesar de ser anunciada en todos los medios de comunicación, la gente aún no entiende. Todavía hay quienes frente a un pequeño movimiento telúrico, miran hacia su auto o hacia el cerro, esperando a que el sismo se alargue un poco para arrancar de inmediato. La gente está asustada porque nadie les ofrece un mínimo de seguridad al respecto, y eso es porque no se les ha enseñado cómo funcionan ni cómo se enfrentan estos cataclismos. Peor aún, todos pretenden olvidar lo más posible del asunto, para no recordar el miedo y la angustia de lo sufrido. Es fácil huir de un problema, pero es más efectivo aprender de él.

A pesar que la cantidad de muertos se alza por encima de los 10 mil, Japón tiene una educación sísmica que comienza desde antes de la primaria, lo cual ha contribuído a que aquella cantidad no fuera mayor. Las guarderías tienen sistemas de evacuación para los niños, incluyendo camillas de traslado y toboganes. En primaria los niños aprenden a ponerse rápidamente bajo sus pupitres durante un sismo para evitar que les caigan objetos encima, y que al finalizar el movimiento, desalojen rápido el lugar para dirigirse a una zona de resguardo. Libros y videos les enseñan sobre esto, para que lo tengan claro a temprana edad. Eso sin contar los periódicos simulacros de esta clase de eventos.

Algo que encuentro digno de mención es cómo se le explicó a los niños el problema con la central nuclear de Fukushima, un video que publicamos también en nuestro sitio.

Honestidad y orden

Como "vergüenza nacional" calificó la gente el actuar de algunas personas posterior al terremoto en Chile. Más que desesperación fue un arrebato que intentó aprovecharse de la situación imperante, y que no hizo más que reforzar la sensación de inseguridad y desamparo de la gente posterior a la catástrofe. Gente que, en un arranque de anarquía, atacó los supermercados y tiendas, con la intención de aprovecharse de la situación.

Como pueden imaginar, en Japón la situación es completamente distinta. Tan diferente que incluso los famosos y vilipendiados yakuzas han ayudado a la gente y los policías a evitar el pillaje en las zonas devastadas. Gente que hace fila en tiendas y supermercados para poder obtener lo que necesitan para subsistir, sin mayor prisa ni temor. Honestidad y orden sobre todo, incluso frente a la catástrofe.

Y esto es también por un asunto de educación. En Latinoamérica la idea es "si puedes aprovecharte de la situación, hazlo sin misericordia, quien importa eres tú", cosa que en Japón no se cumple. "No hay honor en atacar por la espalda. Mantén tu serenidad y todos saldrán favorecidos."

Mis dos centavos

Como cultura tenemos mucho que avanzar, y eso no puede ser confiado solamente a quienes nos gobiernan, sino que comienza por nosotros mismos. Quienes impulsan un cambio no son los que nos mandan, somos todos nosotros. No hemos de esperar a que otro cambie para crear algo nuevo, porque la espera perpetúa los vicios. "Si quieres un cambio, comienza por tí" rezaba el slogan de una campaña publicitaria en Chile, y aplica para todos.

Educación e información crean prevención, y eso es tarea de todos. Recuérdenlo siempre, sus hijos lo agradecerán.

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